Tomar
decisiones, interactuar dentro de una organización pública, actuar en los
partidos políticos, en los sindicatos, los municipios entre otros elementos
donde intervienen los políticos. El intelectual puede ejercer una gran
influencia ideológica en el seno de las sociedades actuales. Debe ser un
intelectual crítico y el político, debe recoger de él sus reflexiones para
actuar y tomar decisiones. El político debe administrar presiones, conflictos para
conducir y coordinar una sociedad sobre todo cuando se hace gobernante.
Al
político le corresponde en este sentido, la interacción entre los agentes
políticos: partidos y líderes, y las decisiones de política y, el diseño de
políticas públicas es uno de sus desafíos.
En
esta interacción, las expectativas de los agentes juegan un papel esencial en
la acción política.
En
efecto, entrando al terreno de las políticas públicas, que son los cursos de
acción estatal llevados a cabo por las distintas unidades organizativas, del
Estado a nivel nacional, regional y estadal, tienen una variedad de problemas
de dimensión, de interrelación personal y de toma de decisiones más complejas,
que ameritan destrezas y habilidades de acuerdo a la realidad específica, por
ello es muy difícil conducir una sociedad determinada, por lo compleja y
complicado que tiende a ser por su composición e integración. Ambos, el
político y el politólogo, tienen una ética de la responsabilidad por la
conducción que hacen de nuestras sociedades.
El
politólogo por su parte, tiene no solo que conocer, sino además, saber moverse
en ese nuevo ambiente interméstico y más complejo y complicado para el análisis
empírico, para interpretarlo y analizarlo adecuadamente, porque al profesional
de esta carrera en el siglo XXI, le corresponde entre otras cosas: observar,
diagnosticar, describir y evaluar los componentes de la realidad socio-política
que enfrenta y finalmente, intervenir en el mejoramiento de los cursos de
acción de las estructuras estatales que las adoptan. Esto es las políticas
públicas, para proponer alternativas viables, razonables y plausibles para
mejorar los procesos de toma de decisiones. Lo mismo se puede aplicar al rol
del politólogo en la sociedad civil. Al politólogo a fin de cuentas, le
corresponde la proyección de nuevas ideas y la creación de un ambiente propicio
para el desarrollo de una conciencia social y la construcción y robustecimiento
democrático de nuestras sociedades.
El
político debe conocer cuál es el margen de maniobra y debe tener la pericia
adecuada tanto del punto de vista institucional y de gestión, para tomar
decisiones. Por ello, en las democracias para un político gobernar se hace más
intrincado ya que se hace bajo varias
premisas:
arbitrar, articular, consultar, cooperar, coordinar calibrar, sopesar y saber
sortear, negociar (reciprocidades especificas o difusas), capacidad para
mantener la centralidad; lograr que estas herramientas se utilicen
armónicamente y adecuada, requiere de conocimiento e intuición, y esto lo
adquiere con la experiencia. Habilidad para resolver problemas, tener en
síntesis un pensamiento creativo. El político debe tener coraje, pero con sentido
de responsabilidad. El político atesora un capital que es importante a lo largo
de su carrera. Es un camino proceloso. Un buen político hace y siente la
política.
Max
Weber, definió varias tipos de políticos: los políticos ocasionales, los
políticos semiprofesionales y los verdaderos políticos profesionales. Angelo
Panebianco, habla de siete tipos de políticos: el empresario político que es el
líder partidista, los burócratas del partido, los funcionarios expertos que
prestan servicios al partido en su campo de especialización, el notable, al
cual se refiere Weber como político diletante, el profesional de staff es más
técnico, el profesional que trabaja en espacios estatales o paraestatales y el semiprofesional.
Son los ejecutores políticos responsables de las políticas públicas.
Del
maestro como lo fue el Dr. Manuel García Pelayo, tomo de nuevo su utilísima categorización
de las cualidades de un político ideal o arquetipo: 1) saber qué se quiere o conciencia
de finalidad; 2) saber qué se puede o conciencia de posibilidad; 3) saber qué
hay que hacer o conocimiento de la instrumentalidad; 4) saber cuándo hay que
hacerlo o sentido de oportunidad y, 5) saber cómo hay que hacerlo o sentido de
la razonabilidad.
En
política, el liderazgo se explica de tres maneras fundamentales: el poder que
deriva de las provisiones institucionales, legales y demás mecanismos formales
e informales, como de las influencias; de eventos y circunstancias que aúpan a
un líder político durante un determinado período y tiempo en su trayectoria o
parábola pública; y las habilidades y limitaciones que tiene liderazgo, por
eso, debe saber acompañarse de un buen equipo que lo rodee, aquí el politólogo
lo debe acompañar y aconsejar.
jesusmazzei@gmail.com
Tomar
decisiones, interactuar dentro de una organización pública, actuar en los
partidos políticos, en los sindicatos, los municipios entre otros elementos
donde intervienen los políticos. El intelectual puede ejercer una gran
influencia ideológica en el seno de las sociedades actuales. Debe ser un
intelectual crítico y el político, debe recoger de él sus reflexiones para
actuar y tomar decisiones. El político debe administrar presiones, conflictos para
conducir y coordinar una sociedad sobre todo cuando se hace gobernante.
Al
político le corresponde en este sentido, la interacción entre los agentes
políticos: partidos y líderes, y las decisiones de política y, el diseño de
políticas públicas es uno de sus desafíos.
En
esta interacción, las expectativas de los agentes juegan un papel esencial en
la acción política.
En
efecto, entrando al terreno de las políticas públicas, que son los cursos de
acción estatal llevados a cabo por las distintas unidades organizativas, del
Estado a nivel nacional, regional y estadal, tienen una variedad de problemas
de dimensión, de interrelación personal y de toma de decisiones más complejas,
que ameritan destrezas y habilidades de acuerdo a la realidad específica, por
ello es muy difícil conducir una sociedad determinada, por lo compleja y
complicado que tiende a ser por su composición e integración. Ambos, el
político y el politólogo, tienen una ética de la responsabilidad por la
conducción que hacen de nuestras sociedades.
El
politólogo por su parte, tiene no solo que conocer, sino además, saber moverse
en ese nuevo ambiente interméstico y más complejo y complicado para el análisis
empírico, para interpretarlo y analizarlo adecuadamente, porque al profesional
de esta carrera en el siglo XXI, le corresponde entre otras cosas: observar,
diagnosticar, describir y evaluar los componentes de la realidad socio-política
que enfrenta y finalmente, intervenir en el mejoramiento de los cursos de
acción de las estructuras estatales que las adoptan. Esto es las políticas
públicas, para proponer alternativas viables, razonables y plausibles para
mejorar los procesos de toma de decisiones. Lo mismo se puede aplicar al rol
del politólogo en la sociedad civil. Al politólogo a fin de cuentas, le
corresponde la proyección de nuevas ideas y la creación de un ambiente propicio
para el desarrollo de una conciencia social y la construcción y robustecimiento
democrático de nuestras sociedades.
El
político debe conocer cuál es el margen de maniobra y debe tener la pericia
adecuada tanto del punto de vista institucional y de gestión, para tomar
decisiones. Por ello, en las democracias para un político gobernar se hace más
intrincado ya que se hace bajo varias
premisas:
arbitrar, articular, consultar, cooperar, coordinar calibrar, sopesar y saber
sortear, negociar (reciprocidades especificas o difusas), capacidad para
mantener la centralidad; lograr que estas herramientas se utilicen
armónicamente y adecuada, requiere de conocimiento e intuición, y esto lo
adquiere con la experiencia. Habilidad para resolver problemas, tener en
síntesis un pensamiento creativo. El político debe tener coraje, pero con sentido
de responsabilidad. El político atesora un capital que es importante a lo largo
de su carrera. Es un camino proceloso. Un buen político hace y siente la
política.
Max
Weber, definió varias tipos de políticos: los políticos ocasionales, los
políticos semiprofesionales y los verdaderos políticos profesionales. Angelo
Panebianco, habla de siete tipos de políticos: el empresario político que es el
líder partidista, los burócratas del partido, los funcionarios expertos que
prestan servicios al partido en su campo de especialización, el notable, al
cual se refiere Weber como político diletante, el profesional de staff es más
técnico, el profesional que trabaja en espacios estatales o paraestatales y el semiprofesional.
Son los ejecutores políticos responsables de las políticas públicas.
Del
maestro como lo fue el Dr. Manuel García Pelayo, tomo de nuevo su utilísima categorización
de las cualidades de un político ideal o arquetipo: 1) saber qué se quiere o conciencia
de finalidad; 2) saber qué se puede o conciencia de posibilidad; 3) saber qué
hay que hacer o conocimiento de la instrumentalidad; 4) saber cuándo hay que
hacerlo o sentido de oportunidad y, 5) saber cómo hay que hacerlo o sentido de
la razonabilidad.
En
política, el liderazgo se explica de tres maneras fundamentales: el poder que
deriva de las provisiones institucionales, legales y demás mecanismos formales
e informales, como de las influencias; de eventos y circunstancias que aúpan a
un líder político durante un determinado período y tiempo en su trayectoria o
parábola pública; y las habilidades y limitaciones que tiene liderazgo, por
eso, debe saber acompañarse de un buen equipo que lo rodee, aquí el politólogo
lo debe acompañar y aconsejar.
jesusmazzei@gmail.com
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