martes, 2 de agosto de 2016

Doble Play



Julio Castillo

En la reciente Convención Demócrata, Barack Obama afirmó: “la política no es un deporte para verlo desde las tribunas”. Hace poco el papa Francisco alentaba a los cristianos a participar en política como una manera de ayudar a cambiar el mundo. Ambos señalamientos vienen como anillo al dedo a la actual situación política del país.


En efecto, hoy estamos viviendo una pesadilla que tuvo, entre otras causas, la frivolidad con la que la mayoría de los venezolanos actuó hace más de 17 años. Para esa época ya estaba en proceso una campaña sistemática para despolitizar la sociedad. Los medios de comunicación habían asumido la tarea de alentar la antipolítica buscando una opción alejada de los partidos pero obviamente manejable por Los Amos del Valle de la época. Fue así como surgió Irene Sáez y luego el mismísimo Chávez cuando la miss se desplomo en las encuestas.

¡Un gentío compró aquella baratija! Salas Romer perdió las elecciones ante un Chávez apoyado por los banqueros nacionales e internacionales; los dueños de los medios y los restos de la izquierda borbónica vernácula, todos a su manera entonando el mismo himno de la antipolítica más reaccionaria y populista. Ese mismo fantasma recorre a Europa y toca la puerta de los Estados Unidos con Donald Trump.

En los años 60 ese sentimiento acuno en la gauche divine europea. Sentados en los cafés del Boulevard Saint Germain, en las terrazas del Paseo La Castellana y en los bares de Covent Garden, hicieron una épica de la insurrección latinoamericana con un pasmoso cinismo como método: Nosotros poníamos los muertos y ellos escribían las novelas y hacían las películas.

Hoy, desde las playas de Miami Beach, los cafés de Biscayne Boulevard, una nueva especie de antipolíticos venezolanos denostan de los partidos, de la Mesa de la Unidad de los diputados de la Asamblea nacional y nos llaman a emprender una guerra contra el gobierno que ellos verán por CNN maraqueando un mojito de ron dominicano.
Tienen por aquí sus seguidores, guerrilleros de la web, francotiradores del 2.0, héroes del teclado y los smart phones. Es a estos managers de tribuna a quienes se ha dirigido Barack Obama y el Papa Francisco y a quienes humildemente nos dirigimos los demócratas que queremos cambiar el país quizás no haciendo el paraíso perfecto que sus iluminadas mentes prevén sin políticos cochinos a la vista, sino uno más modesto con papel toilette, agua, gasa en los hospitales, un poquito de seguridad en las calles y unos políticos a los que habrá que ir obligando a que dejen sus malas mañas.

La política es uno de los terrenos de la actividad humana donde la voluntad puede transformar la realidad. Pero la única manera de que esos cambios se produzcan es organizando esa voluntad. La gente dejada a su libre albedrío puede generar motines, saqueos, estallidos sociales. Los que sueñan con despertarse de golpe un día y ver al país incendiado por los 4 costados para que seas ese el del Armagedón final cuando arreglaremos cuentas con los chavistas hay que decirles que están equivocados. Que tal profecía apocalíptica puede tener lugar pero de ella no saldrá nada nuevo sino que veremos de nuevo a miles de compatriotas detrás de un hombre a caballo como Chávez
Si usted tiene voluntad de cambio entre a un partido o funde uno y organice el descontento en él. Si lo que quiere es otra cosa hago una ONG de tiradores de piedra. Quizás así regresemos al pleistoceno y a los dinosaurios pero así nunca rescataremos la democracia.

juliocasagar@gmail.com

@juliocasagar



No hay comentarios: